La cultura megalítica, es decir, las civilizaciones cuyos restos conservados consisten en “grandes piedras” (dolmen) dispuestas de manera estudiada son una forma magnífica para poder ver cómo vivían nuestros antepasados de la Prehistoria hace más de 6.000 años.
Desde el Neolítico y hasta la Edad del Bronce, periodos de la Edad de Piedra, la cultura megalítica se desarrolló en todo el mundo, aunque el término localiza la etapa entre el Mediterráneo y la zona Atlántica de Europa.
Lo primero que suele aparecerse en la mente del viajero al ver estos enormes monumentos prehistóricos es, ¿pero cómo pudieron construirse sin los avances técnicos modernos? La cuestión en sí misma ya otorga cierto acercamiento a una cultura tan alejada de la nuestra, porque nos ofrece una nueva dimensión de los seres humanos: pensaban, planeaban, estructuraban, se comunicaban, todo ello para conseguir erigir estos monumentos.
Ahora bien, ¿por qué razón se construían, con el esfuerzo y la dedicación que debía conllevar? Tampoco está claro que fueran grupos estables en un territorio, por lo que todavía da más misterio a la cuestión.
Algunos estudiosos coinciden en la función sepulcral del monumento, una costumbre que revela la conciencia religiosa del grupo y la creencia en el más allá, además del recuerdo sentimental de la persona que los deja, no muy diferente de las formas actuales. Por otro lado, otros investigadores apuntan a una función de tipo amenazante, en la que estas construcciones pondrían de manifiesto la pertenencia del territorio a un determinado grupo, reforzando la identidad (otro factor inesperado) frente a los demás.
Sea como sea, han quedado muchos de estos testimonios de arquitectura prehistórica y muchos de ellos se encuentran en un estado de conservación muy buena.
El dolmen de Jentilarri, ubicado en la zona de Uidui del Parque Natural de Aralar que pertenece a Gipuzkoa, es un sepulcro de galería con túmulo de 15 m de diámetro y 1 m de altura. Presenta una cámara de 6,50 m de largo.
Fue descubierto en 1879 y excavado en 1917, aportando abundante material entre los que destacan puntas foliáceas y 11 fragmentos de cerámica y restos humanos de al menos 27 individuos. Recientemente ha sido reconstruido por parte de algunos vecinos.
El dolmen de Jentilarri, el mejor conservado en la zona, forma parte de los dólmenes de Aralar, una importante estación megalítica situada en el Parque Natural de Aralar, en un entorno lleno de robles, hayas y grandes zonas de pastizales que comparten Gipuzkoa y Navarra.
Filipineta Kalea, 6, 20240 Ordizia, Gipuzkoa